La sensibilidad dental es una de las molestias comunes que puede afectar a muchas personas, pero también es una de las cosas que está más rodeadas de mitos. Es muy importante entender qué es cierto  o no para poder cuidar mejor tu salud bucal y evitar tratamientos que puedan ser innecesarios o ineficaces.

¿Cuáles son algunos mitos sobre la sensibilidad dental?

Uno de los mitos más conocidos es que la sensibilidad dental solo ocurre cuando hay caries. Es verdad que las caries pueden causar más sensibilidad pero no son la única causa. El desgaste del esmalte, el cepillado agresivo, el consumo de alimentos ácidos o el rechinar de los dientes también pueden provocar una sensibilidad dental.

Otro mito frecuente es que los dientes sensibles son un problema sin importancia y no requieren atención profesional. En verdad, la sensibilidad dental puede ser un síntoma de un problema más importante y es importante que un dentista lo evalúe.

También se cree que los productos para dientes sensibles pueden solucionan el problema de inmediato, cuando en realidad su efecto suele ser progresivo y requiere uso continuo para notar mejoras.

¿Cómo evitar los mitos sobre la sensibilidad dental?

La mejor forma de evitar confiar en estos mitos es informarse con fuentes confiables, como tu odontólogo de confianza o instituciones especializadas en salud bucal. Evitar guiarse por rumores o consejos sin base científica que podemos encontrar en las redes sociales.

Además, no debemos ignorar los síntomas. Si sentimos molestias cuando tomamos algo frío, caliente, dulce o ácido, es mejor tener una consulta dental. Un diagnóstico temprano es importante y puede ser clave para tratar la causa y aliviar la sensibilidad de la mejor forma.

¿Cuáles son las realidades sobre la sensibilidad dental?

La realidad es que la sensibilidad dental ocurre cuando la dentina (la capa interna del diente) queda expuesta, puede ser por retracción de encías, desgaste del esmalte o fracturas. Esto hace que los nervios reaccionen a estímulos externos.

Otra de las realidades es que la sensibilidad puede tratarse fácilmente y eficazmente, ya sea con pastas dentales específicas, tratamientos con flúor o selladores aplicados por el dentista. En casos más graves, se pueden requerir tratamientos como empastes o incluso endodoncia.

Finalmente, es cierto que una buena higiene oral y visitas regulares al dentista ayudan a prevenir y controlar la sensibilidad. Usar un cepillo de cerdas suaves, evitar alimentos muy ácidos y cepillarse correctamente son hábitos que marcan la diferencia.